22/10/13

Trabajar la tierra para conservarla



El laboreo ha de perseguir un objetivo y responder a una necesidad real, desterrando cuestiones banales como los criterios estéticos, en un afán por presentar el suelo descubierto. Las intervenciones mecánicas en el terreno modifican sus propiedades físicas, químicas y biológicas.



Ésta es precisamente una de las razones del laboreo, pues persigue equilibrarlas, mantenerlas y mejorarlas ya sea directamente o mediante la incorporación de materiales orgánicos.



Cuando el laboreo se realiza de forma desmedida e innecesaria, comienzan a producirse una serie de efectos indeseables en el suelo, como:

  • Degradación de la estructura, compactación bajo la superficie y disminución del aire en los poros, perjudicando el crecimiento radicular.
  • Pérdida de materia orgánica por aumento de la velocidad de mineralización.
  • Disminución de micro y macroorganismos, influyendo negativamente en la fertilidad natural de la tierra.
  • Mayor fragilidad de los agregados por disminución de la materia orgánica.
  • Reducción de la capacidad de filtración del agua y favorecimiento de encharcamiento y escorrentía.
  • Pérdida del agua retenida y de la capacidad de almacenaje en las primeras capas.


Esta alteración en las propiedades del suelo se traduce en síntomas erosivos, teniendo especial incidencia negativa en zonas con pendiente. No es cuestión de prohibir el laboreo ya que, salvo contadas excepciones, es una práctica necesaria, pero hay que hacerlo de la manera correcta. Por ello, se proponen las siguientes estrategias para obtener los mejores resultados con el mínimo impacto.



En el caso de que la viña esté situada en zona de pendiente, los pases se han de realizar en la medida de lo posible de forma perpendicular o transversal a ésta, siguiendo las curvas de nivel. De lo contrario, es necesario el uso de cubierta vegetal, como mínimo desde otoño a primavera, si se quiere minimizar la pérdida de la capa fértil del suelo.

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