4/11/13

Agua y otros insumos



El viñedo es un cultivo tradicional de secano perfectamente adaptado a nuestro clima y suelo, y como tal debe defenderse y apoyarse. Sin embargo su transformación a regadío en los últimos tiempos es una realidad que no puede obviarse. El consumo de agua en zonas donde el recurso ya es escaso o se realiza de manera inadecuada tiene impactos ya visibles en numerosas zonas de nuestro territorio. Es por eso necesario promover buenas prácticas en la superficie en riego existente para mejorar la eficiencia en el uso de un recurso cada vez más escaso y alcanzar el necesario equilibrio entre producción y sostenibilidad.



Para lograrlo las recomendaciones de WWF ofrecen algunas claves en el siguiente apartado:



El uso racional del agua en el riego

La vid es una planta perfectamente adaptada al secano. Muestra de ello son los viñedos existentes en zonas donde las precipitaciones anuales rozan los 300 mm, en los que puede incluso aparecer asociado a otros cultivos, como el olivar o el almendro.



El riego en la obtención de uvas para vinificación de calidad es objeto de controversia. La mala gestión puede provocar excesivo crecimiento vegetativo, retraso en la maduración o deficiencias en la coloración del vino, entre otros problemas que influyen negativamente tanto en campo como en bodega. A esto se le unen negativas consecuencias ambientales como la sobreexplotación de los acuíferos o la salinización del suelo.



El cultivo tradicional de la viña es una alternativa en aquellas zonas donde la disponibilidad de agua sea un factor limitante para otros cultivos, pudiendo ofrecer cosechas en calidad y cantidad adecuadas. Por ello, el riego se justifica sólo como apoyo en situaciones extremas de sequía, en las que se pueda poner en riesgo el futuro de la plantación, o bien a través de estrategias de riego deficitario controlado. La optimización y eficiencia en el uso del agua es prioritaria, más aún ante los efectos previstos del cambio climático, recomendándose para lograrlo exclusivamente el riego por goteo.



Conocer el comportamiento de nuestro suelo, de la viña y de las condiciones climatológicas de la zona es clave a la hora de gestionar el riego. Las necesidades hídricas de la vid no son constantes, sino que van variando a lo largo de su ciclo.



En años normales y en la región de clima mediterráneo, las lluvias cubren las necesidades hídricas de la vid desde el otoño hasta finales de primavera. El período de mayor necesidad de agua va desde el cuajado hasta la vendimia, por lo tanto, el riego se podría prácticamente limitar a los meses de verano. En total, el aporte supondrá entre 1000 y 2000 m3/ha para la mayoría de nuestros viñedos. No osbtante, mediante técnicas de riego deficitario pueden disminuirse en un porcentaje importante la cantidad de agua a aplicar

sin comprometer la viabilidad de la cosecha.



Existen no obstante una serie de recomendaciones de carácter general para hacer un uso apropiado y eficiente del agua en regadío. El primer aspecto básico y vital es contar con la autorización o concesión para el uso del agua, expedida por la autoridad competente. Es un aspecto clave para evitar la sobreexplotación de los acuíferos, así como captaciones ilegales con impactos ambientales y sociales destacables.



Otros criterios clave para obtener un uso eficiente del agua son:

·         Instalación de caudalímetro para calcular el consumo de agua, detectar posibles fugas en la instalación, etc.

·         Conocer la calidad del agua disponible, para evitar problemas de salinización o contaminación del suelo.

·         Analizar las características del suelo, al menos su capacidad de retención de agua, para establecer la dosis de riego adecuada.

·         Calcular las necesidades de agua del cultivo:

Mediante métodos indirectos, como pueden ser las recomendaciones dadas por los

·         servicios de asesoramiento al regante

Mediante métodos directos, a través del uso de sensores de humedad de suelo

·         Determinar de la dosis y frecuencia de riegos en función de las características del suelo y las necesidades del cultivo, antes mencionadas. Es importante optimizar los pulsos de riegos, ya que en muchas ocasiones es mejor regar con 2 pulsos de 20 minutos espaciados en el día que 1 sólo pulso de 40 minutos.

·         Llevar un registro detallado del riego en un cuaderno de campo, que nos permitirá detectar errores, prácticas adecuadas, etc.

·         Realizar un adecuado mantenimiento de las instalaciones de riego.

·         Contar con formación adecuada en temas de riego y fertilización, para evitar la contaminación de las masas de agua.

·         Emplear el sistema de riego más adecuado a las características del cultivo y, siempre que sea posible, las últimas tecnologías disponibles. En este sentido existen experiencias interesantes como el uso de teledetección o el uso de dendrometría que permiten ajustar la dosis de agua a las necesidades reales del cultivo y a las características de nuestra finca.

No hay comentarios:

Publicar un comentario