Llegó
agosto y como todos los años se caldea el ambiente, no sólo por el calor sino
porque para nosotros no es un periodo de
tranquilidad si no todo lo contrario.
La
anhelada vendimia va acercándose poco a poco y siempre va acompañada con la
sensación que todavía queda mucho por hacer.
Estos días
en la bodega hay un trajín continuo, toca embotellar la cosecha de tintos 2010.
Pinot Noir, Petit Verdot, Finca Sanguijuela y Acinipo, llevan un año haciendo
la crianza en barrica, unos en roble en francés (Never, Allier, Vosges), otros
en roble americano y esloveno, y esta ya ha tocado a su fin.
El caso
es, que lo hasta ahora era un remanso de paz y sosiego donde se crían los vinos
sin más voces que las nuestras y las de las visitas. Donde parece que no pasa nada y pasan tantas
cosas, ya que el vino que parece dormido, siempre esta vivo y con su
paso por barrica crece en complejidad, estructura y expresividad.
Ahora
toca vaciar barricas, hacer un ligero filtrado y llevar los vinos a depósito,
para de ahí bombearlos a la embotelladora.
Todo un
baile de elementos que Federico y su
padre organizan con escrupulosa disciplina alemana, no sin alguna que otra
discusión, en pos de una mayor eficacia ¡claro!
La
embotelladora trabaja de la siguiente manera, primero llena la botella de vino
(hasta el inicio del cuello) después aporta CO2 para sellar el espacio “al
vacío” y pone el corcho.
Las
botellas se colocan en jaulones de crianza, y se dejan 3 o 4 días en pie, para
que el corcho ensanche y haga hermético el cierre, después se vuelca. Con las botellas en posición horizontal (el vino en contacto con el
corcho) se llevan al botellero para que realicen a temperatura controlada la
crianza en botella, esto limará, afinará y suavizará taninos.
Aquí no
hay prisa para consumirlo, la buena materia prima y una respetuosa praxis, hacen
que el tiempo que quede por delante solo enriquezca y llene de nobleza el vino.
Mientras
tanto, limpieza de barricas, primero con agua y después hay que azufrarlas, que consiste en quemar en
el interior una mecha de azufre, para su desinfección. Y ya
están listas para las llenarlas con los
tintos 2011, que hasta entonces han estado en
depósito.
Después
de esto, nos preparemos para la inminente tarea, afilar tijeras, traer a bodega
las cajas de vendimia, la prensa, las tinas de fermentación, la despalilladora…
todo tiene que estar limpio y en su sitio listo para la fiesta. La recompensa
del trabajo de todo un año.
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