30/8/12

Manos a la obra


Llegó agosto y como todos los años se caldea el ambiente, no sólo por el calor sino porque  para nosotros no es un periodo de tranquilidad si no todo lo contrario.
La anhelada vendimia va acercándose poco a poco y siempre va acompañada con la sensación que todavía queda mucho por hacer.

Estos días en la bodega hay un trajín continuo, toca embotellar la cosecha de tintos 2010. Pinot Noir, Petit Verdot, Finca Sanguijuela y Acinipo, llevan un año haciendo la crianza en barrica, unos en roble en francés (Never, Allier, Vosges), otros en roble americano y esloveno, y esta ya  ha tocado a su fin.



El caso es, que lo hasta ahora era un remanso de paz y sosiego donde se crían los vinos sin más voces que las nuestras y las de las visitas.  Donde parece que no pasa nada y pasan tantas cosas, ya que  el vino  que parece dormido, siempre esta vivo y con su paso por barrica crece en complejidad, estructura y expresividad.

Ahora toca vaciar barricas, hacer un ligero filtrado y llevar los vinos a depósito, para de ahí bombearlos a la embotelladora.
Todo un baile de elementos  que Federico y su padre organizan con escrupulosa disciplina alemana, no sin alguna que otra discusión, en pos de una mayor  eficacia ¡claro!

La embotelladora trabaja de la siguiente manera, primero llena la botella de vino (hasta el inicio del cuello) después aporta CO2 para sellar el espacio “al vacío” y pone el corcho.
Las botellas se colocan en jaulones de crianza, y se dejan 3 o 4 días en pie, para que el corcho ensanche y haga hermético el cierre, después  se vuelca.  Con las botellas en posición horizontal (el vino en contacto con el corcho) se llevan al botellero para que realicen a temperatura controlada la crianza en botella, esto limará, afinará y suavizará taninos.
Aquí no hay prisa para consumirlo, la buena materia prima y una respetuosa praxis, hacen que el tiempo que quede por delante solo enriquezca y llene de nobleza el vino.



Mientras tanto, limpieza de barricas, primero con agua y después  hay que azufrarlas, que consiste en quemar en el interior una mecha de azufre, para su desinfección.  Y  ya están listas para  las llenarlas con los tintos 2011, que hasta entonces han estado en  depósito.

Después de esto, nos preparemos para la inminente tarea, afilar tijeras, traer a bodega las cajas de vendimia, la prensa, las tinas de fermentación, la despalilladora… todo tiene que estar limpio y en su sitio listo para la fiesta. La recompensa del trabajo de todo un año.

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