Nos gusta
recordar como los antiguos romanos transportaban el
vino desde la Hispania de aquellos tiempos hasta Roma por el
mediterráneo, allí iba el vino
que se hacia en Ronda (ACINIPO) dentro
de ánforas de barro con base en punta, para que clavada en la arena de la
bodega del barco resistiera los embites del mar y las mareas. Casi como de
leyenda es que no todos esos barcos llegaban a puerto y se hundían, el vino entonces se unía con la
mar.
Hace ya
un tiempo leímos la noticia que relataba
como se estaban recuperando botellas de vino de barcos hundidos ha principios
de siglo, en perfecto estado y esto hizo que muchos que se plantearan como
seria la crianza bajo mar. Fueron los
bodegueros gallegos aprovechando los bateas
mejilloneras del atlántico, sumergieron los primeros jaulones llenos de
botellas.
A
nosotros se nos torna entrañable la idea de que
nuestro vino Acinipo vuelva al Mediterráneo, curiosamente en su etiqueta porta la H de (Schatz) pero también tiene significado de
la H de Hispania. Esta, una pequeña locura que solo encuentra salida en la energía
de dos apasionados emprendedores.
Uno, nuestro
amigo Antonio Martinez
un apasionado de vino y de la mar, fue viendo el tema cada vez más claro. Lo
que ha nosotros nos parecía algo terriblemente
complicado de tramitar, Antonio se
encargo de resolver con increíble habilidad.
El otro
Federico, en la que su pasión es el vino, no tanto la mar, que ya
como es sabido los Schatz son más de tierra adentro, pero muy adentro. Para esta aventura estaba claro que iba a
brillar “la joya de la corona” de diferentes
añadas ( 2004, 2005, 2006) fue el elegido para sumergirse en el mediterraneo, frente a las costas de Marbella.
A más de 20 metros de profundidad donde las condiciones térmicas son bastante
uniformes, entre 14 y 18ºC reposara nuestro Acinipo. Iremos sacando muestras
periódicamente para ir valorando la evolución de este, realizando análisis
organolépticos y químicos, así como para
ir catando, disfrutando, y comparando como
evoluciona.
Nos
preparamos para 30 junio, llenamos un jaulón con los diferentes añadas y también unas cajas
anexas a este que serán las muestras.
Antonio
con su hijo Jaime serán los submarinistas
que acompañaran al jaulón al fondo y el resto les esperará en el barco.
Madrugamos
ese sábado para llegar a buena hora al puerto donde ya nos esperaba, el patrón
del barco Manolo Silva, un gallego sereno
y innovador que tiene la explotación de mejillones “Cultivos Marítimos de Andalucía” en la costa
de Marbella donde descansará el vino.
Todo
listo, Federico y su padre a pie de barco, los submarinistas preparamos, el
patrón y dos marineros listos, todo parecía perfectamente en orden, pero la mar
tiene sus guiños y estaba de poniente.
Los que
no conocemos mucho el mar nos parece el mediterraneo una “balsa de aceite”,
pero de poniente y mar adentro la cosa cambia.
No puedo
evitar una sonrisa imaginándome a Federico y su padre en el barco, manteniendo
una calma tensa, cuando veían las olas
de más de 2 metros, y sintiendo sin
descanso el vaivén del barco, el patrón y los marineros tan tranquilos, ¡claro!
Por lo
tanto la idílica inmersión, resulto ser un poco más movida de lo imaginado,
pero ahí estaba el patrón Manolo a pie de grúa con la calma que caracteriza a
los gallegos, para llevar el vino
a su lugar exacto, custodiado por Antonio y Jaime.
La
operación fue un éxito y remataron la faena comiendo unos mejillones recién
cogidos todos juntos en el barco, bañados
esta vez, por el Acinipo.
En
principio, nuestra pretensión no es otra
que aprender, investigar e explorar las diferentes características
organolépticas de los vinos con crianza en la mar y en la tierra. Vincular
la sierra con la mar y disfrutar, que como decía Schiller “El vino
no inventa nada. Sólo hace charlar sobre ello”.
Pero cuando se inicia un camino nunca se sabe a donde te va
a llevar… os seguiremos relatando la hoja de ruta para que os perdáis esta
aventura.
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